se rompe a veces el silencio,
la música viaja
a recoger sus tiempos.
La reflexión grita
-ya-
sin desespero,
a veces parece que nadie lo habita.
En el cuarto de al lado
escondida está la tibieza,
un alma se encuentra tratando,
evaporando tristeza.
La musa va de visita
y la creación se alegra.
En ese cuarto se construye un castillo,
se desacelera la espera,
se consolidan las despedidas,
se llora, se exprime,
y a Dios se encuentra.
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