Llámame amor, di mi nombre,
tantas veces en tu ahogo,
siente sus letras en cada recuerdo,
símbolos que no escapen más lejos.
Mantente incipiente, en un beso de ocaso,
recuerda aquello que me hizo vibrar.
Bien vale la pena vivir lo que muere,
a morir sin saber.
Cúbreme amor otra vez con tu pecho,
libera las cruces que guardo yo adentro,
recuérdame bien que es amar.
Repite mi nombre con fuerza de Dioses.
Elevo mi amor a tus notas en alfa,
me aquietan las olas del mar,
componen para mí las canciones
que no me has podido tú dar.
Te guardo mi niño, en mi pecho gastado,
los latidos que entonamos los dos,
aquellos descuidos del que no sabe
hacia donde conduce un amor.
Yo no sé calcular cómo se ama,
lo que siento lo elevo, vuela libre sin penas,
y si tú eres,
compón tú, mi canción.
EliViv
05-06-14
Gran verdad, Eli. Uno no sabe hasta dónde ni cuándo, ese amor será parte de nuestra vida, pero así y todo, aunque en su muerte, muera un poquito de nuestro corazón, vale la pena apostar por él. Me encantó este poema. Felicitaciones y aplausos.
ResponderEliminarGracias amiga. Un honor tenerte, primera persona que comenta un poema de este blog.
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